La luz les proporciona un estímulo en el sentido de la vista, que acompaña el deseo de tocar y hacer, lo que a su vez desarrolla la motricidad, la curiosidad y el asombro.

El juego relacionado con la luz y la oscuridad, nos acompaña toda la vida. En ese viaje de descubrimiento visual, las mesas de luz y la sala de luz negra nos ofrecen un marco mágico de interacción con la luz y sus efectos. Los niños y niñas se ponen en contacto con el mundo a través de los sentidos por lo que los primeros años de vida en adelante son una magnifica propuesta de experimentación, juego sensorial, manipulativo y artístico.

La luz atrae de forma natural a los niños y transforma los materiales, dándoles una nueva dimensión.

Al infante se le da la oportunidad de pensar y escoger, mientras el educador adquiere un papel de observador, orientador y guía. El educador, como observador, asimila, propone y prepara todos los materiales para ejecutar el proyecto, proyecto que solo ellos deciden cual va a ser.