Cada etapa vital trae consigo para el niño o niña y sus padres nuevos retos, conquistas, dificultades, miedos y satisfacciones.

El proceso de acogida es la llegada de un niño y niña a un nuevo contexto, sea cual sea éste, siendo un gran acontecimiento en su proceso de desarrollo, por lo que es muy importante, que haya una buena conexión y relación entre las familias y el equipo educativo para qué esta vinculación sea positiva.

El mundo afectivo del niño o niña es el motor esencial de su desarrollo emocional, social e intelectual por lo que el periodo de adaptación es un proceso en el que el niño o niña va elaborando, emocionalmente, la pérdida (madre/padre) y la ganancia (educadora) que le supone esa separación, hasta llegar a una aceptación de la misma. En la escuela se establecen los primeros vínculos afectivos con los nuevos adultos que le acompañarán durante la jornada escolar.

Este primer acercamiento será la base para construir el tipo de relación entre el niño o niña y su educadora, creando un ambiente cálido, seguro y acogedor lleno de afectividad, que requiere tiempo, sensibilidad, calma y cercanía.

Otra parte fundamental de este proceso, son las familias, las cuales necesitan un acompañamiento por parte del nuevo contexto al que se van a incorporar.

La familia tiene una gran influencia emocional en este momento, que dependerá de cómo asuma la separación: temores, inseguridades, expectativas… Nosotras como equipo educativo, debemos de darles las respuestas necesarias a todas sus inquietudes y dudas. Empezando a crear con ellos una relación cordial, afectuosa y recíproca, basándonos en el respeto mutuo, en la escucha y en la paciencia.

Consideramos que el proceso de acogida debe ser atemporal, no lineal, sin prisas y dándole a cada niño y niña el tiempo necesario para su total adaptación, siendo el principal objetivo, el bienestar y la felicidad del infante.

Sabemos que crear y mantener vínculos seguros durante la infancia tiene una gran importancia para la salud mental posterior, para relacionarnos con los demás y para nuestra forma particular de percibir el mundo.

No es el bebé el que entra en la escuela, sino la escuela es la que invierte esfuerzo y afecto para hacerse un hueco en la vida del niño y niña.

Las familias

Como hemos comentado las familias son parte integrante del proceso.

En este tiempo que la familia está acompañando al niño o niña en la escuela observan cómo los acompañamos, les cogemos en brazos, les validamos y permitimos expresar todo el abanico de posibilidades en relación a las emociones que se despliegan en el momento de la separación del niño o niña y sus padres… desde la tranquilidad y alegría hasta la tristeza y el enfado.

Las demandas de las familias serán escuchadas y atendidas, ya que estos momentos son de muchas dudas y sentimientos encontrados.

Los padres y las madres son los agentes que posibilitan que el proceso sea adecuado y los primeros acercamientos a la escuela son de ellos solos, los cuales son:

Cuando los progenitores no pueden involucrarse para afrontar el desafío de la adaptación a la escuela, es muy difícil modular el temor infantil. No somos las educadoras las protagonistas de este momento tan significativo para los infantes, sois vosotros los únicos que podéis alentar que la inseguridad no tome el mando del cerebro infantil.

La escuela se ofrece a la disposición de las familias para poder vincular de verdad, comprender lo que vive un niño y saber hacer ofreciendo la profesionalidad, unido al amor incondicional de sus seres queridos.

Los padres son necesarios en la escuela. Vuestra contribución hace posible que el proceso sea saludable.

Actuación de las familias durante este proceso

Durante este proceso, la educadora observa la actuación de los niños y niñas y de las familias, estando disponibles para ellos en lo que necesiten (dudas, inquietudes, sugerencias…). Los espacios y materiales estarán adecuados y preparados a su momento evolutivo y necesidades.

Lo más importante es crear los vínculos afectivos con los niños y niñas a través del respeto y generarles confianza a los padres con nuestra actitud y aptitud. El primer cambio de pañal y momentos de higiene personal, lo realizarán primero las familias en compañía de la educadora.

Respetaremos el tiempo que los niños y niñas vayan necesitando, en relación a las necesidades auténticas de alimentación, higiene, descanso y juego a medida que los días pasen.

Lo que pretendemos es:

"Que el niño o niña sea feliz"